3.5.06

LA ESTUPIDEZ COMO NOTICIA

Culo del Diario Menorca. Culo catalán.



Como gran noticia, sin duda.

En la Universidad Virtual de Trapisonda se opera bajo un parámetro intelectual que puede resumirse así para las masas: «Para salir del pozo has de saber primero que estás en el pozo». Como sin querer, este aforismo sirve para descartar a los necios, a los mansos, a los charlatanes y a los malvados que siempre dan una versión muy distinta de lo que de verdad saben. ¿Acaso alguien duda que si los que saben hablaran el mundo se calcinaría en segundos?

La noticia de estos días es la estupidez manifestada, que no siempre es estupidez manifiesta. Trapisonda se permite –porque es osada sin ignorancia- poner ejemplos de cierta malevolencia que quizá finge ser ignorante para dar gusto a poderes desconocidos o al riesgo de garrotazo y para contribuir al proyecto de Falsa Memoria Histórica, que no es cosa de la izquierda republicanota solamente, sino de la Derechona que trata de mantener en salvo los muchos millones de votos que, bien informados, pueden escapárseles a los liberales, responsables, con su malísima gestión del poder, de la crisis y de la propaganda del consentimiento, del advenimiento de Zapatero y de sus brumas.

El primer texto procede de un Académico de la Historia, hombre que se supone conoce lo que cita, pero que cita buscando el perdón del enemigo. Al osar hablar casi claro de la II República que vivió, necesita disculparse y…

LA REPÚBLICA QUE YO VIVÍ.

Fragmento de la Tercera de ABC a cargo de Manuel Fernández Álvarez, de la Real Academia de la Historia.

CUANDO se anda entre los diez y los catorce años evidentemente no se tiene capacidad alguna de decisión, pero sí plenamente de observación. Pues bien, esa era la edad que yo tenía cuando transcurría el devenir de la II República.
Y este es mi testimonio.

La II República irrumpió en la vida de España como un torrente de entusiasmo. El 14 de abril parecía que España se despojaba de un traje anticuado y que renovaba su ser. Y sintiéndolo así, la gente se echó a la calle a celebrar aquella jornada histórica.

Aún recuerdo aquel día. Es una imagen de las que se quedan grabadas de forma imborrable. Toda la familia asomada al balcón, viendo la multitud en la calle, entre cánticos y vivas. Y mi padre, gritando como ellos.

Era la esperanza de que España se iba, por fin, a modernizar. Y además, de forma pacífica, sin disparar un solo tiro.

Pero hemos de decirlo con pena: al menos, en cuanto a la convivencia pacífica, fue una esperanza que se fue esfumando.
…..
Imposible olvidar los desfiles de las Juventudes Socialistas; al menos, en el Oviedo de 1936, yo los pude contemplar. Marchaban al paso trepidante de la Internacional, un himno electrizante sólo interrumpido por los gritos reivindicativos, amenazantes, desafiadores y de una exclamación una y otra vez repetida: «¡Viva Rusia!».
La amenaza estaba en el aire.
….
Inquietante era también, no sólo para la España de derechas sino incluso para los republicanos moderados, el desorden generalizado en que estaba entrando España entera, cada vez más a merced de los grupos radicales de izquierdas como de derechas, en los que había que incluir a las juventudes falangistas, cuyo jefe, José Antonio, encomiaba la «dialéctica de las pistolas».

Aquí, las cifras escuetamente señaladas lo dicen todo. Entrado el mes de junio este era el balance: 150 iglesias quemadas o destruidas, 269 muertes violentas de signo político, 1.280 heridos, más de cien huelgas generales y más de doscientas parciales. (No dice que lo copie del informe de Gil Robles en las Cortes, qué tío historiador) Cada día traía la noticia de un nuevo desatino. El desbarajuste era de tal calibre que el propio Indalecio Prieto tendría este lamento:

«No hay hipérbole alguna en afirmar que los españoles de hoy no hemos sido testigos ¡jamás, jamás!, de un panorama tan trágico, y de un desquiciamiento como el que España ofrece en este instante».

La cita de D. Indalecio está bien, es exacta. Como corresponde a un Académico de la Historia, pero la de José Antonio, que seguramente conoce de memoria, está falsificada a gusto de los buenos socialistas científicos y de los buenos liberales agachadizos. Lo que José Antonio Primo de Rivera dijo –en 1933 y no en el prólogo de la guerra- fue: «Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria».

Que no es lo mismo ni remotamente: se trata de recordar la obligación de defender a la sociedad de los ataques terribles que quedaban sin respuesta legal, por puro miedo.

Aquí, otra cita; también de derecha liberal salida de la pluma de Antonio Burgos y plasmada en el ABC, como la anterior. Burgos, suma a ser liberal el ser monárquico y es de suponer que considera ofensivo para la monarquía ajamonada que se sepa y se recuerde que el escudo nacional del Águila de San Juan no sólo ampara el texto de la Constitución de 1978 sino que hasta entrados los ochenta, con los hermanos socialistas en el poder, no fue cambiado por el actual escudo mediante decreto ley. La constitución no menciona ni al uno ni al otro y, por tanto, ambos son insconstitucionales, pero menos el que figura en la portada de la edición príncipe de la constitución y en las muchas monedas de Juan Carlos I. En cuanto a la bandera: ambas son la misma. O eso parece: no se sabe ya.

Burgos lo sabe de sobra, pero acepta envilecerse al mentir conociendo la verdad incuestionable, y con mentira que pusieron de moda los social-comunistas. Se copia un parrafito de un algo que lleva el título de «Qué más da». Bien se ve que los cobardes se agarran hasta a un escudo ardiendo y éste nuestro tiene canguelo ante los aires del 1 de Mayo. Miserias de la condición humana cuando es condición de sierpe:

¿QUÉ MÁS DA?

EN un Primero de Mayo daltónico, las banderas rojas se volvieron tricolores. ¿Qué más da? A las viejas, nobles banderas rojas del Proceso 1001, de las Comisiones Obreras que dieron la cara frente a la dictadura, cuando contemplaron este sindicalismo de recebo, estabulado en los presupuestos del Estado, se le subieron los colores a la cara, de vergüenza, y se pusieron tricolores. La Cibeles, linda tapada con la tricolor. No Passssa Nada. Hubiera pasado si unos nostálgicos de los primeros de mayo con demostración sindical en el Bernabéu y corrida televisada del Cordobés le hubieran puesto a Neptuno. ¿Qué digo yo?, cualquier otra bandera anticonstitucional, la del escudo con el águila de San Juan mismo. ¿Qué más da?

Ay, pero el «¿qué más da?» es de dirección única obligatoria, de un solo sentido, de un solo carril, y hay que ser un conductor suicida para meterse en contramano

Y está muy lejos de la intención de Burgos ir a contramano por la senda de la verdad, dios le libre. Todos su artículos, bien escritos en general, no desaprovechan la oportunidad de dar a Franco su palo de reglamento, aunque sea a través de la bandera, que era la del rey Alfonso XIII y la del actual, con un escudo más histórico, sin duda, que el de los borbones, porque el escudo actual, oh, Burgos, es el de la familia y no el de España. Y es tan anticonstitucional o más que el que menciona el nostálgico.

No obstante lo visto, la mayor estupidez noticiable la comenten al alimón el catalanista y republicano Diario Menorca y el falso historiador Gabriel Cardona, que sólo historia sus reconcomios y frustraciones de rojillo cabezota y vuelve sobre el asunto que lleva tratando sin descanso desde hace 20 años: que Franco no era un estratega y, en todo caso, que no desarrolló una estrategia coherente. El tal Cardona es tozudo y maníaco en tercer grado, pero no historiador: hay que creer en su análisis de la estrategia de Franco, que es endeble, o sea, como si un monaguillo ateo criticara una encíclica del Papa. Más o menos.

Tampoco es, pese a lo que afirma, uno de los fundadores de los húmedos, o UMD. No es hombre para fundar nada y sí para alancear moros muertos. Ya se dice, reconcomio y la tolerancia, en 1 de Mayo, del diario clerical con todos los descendientes de quienes se incautaron de su periódico antepasado y expidieron al cielo a toda la clerecía, que hay que ver cómo perdonan los curas hodiernos a los que les mataron y cómo persiguen sin descanso a quienes les defendieron. O sea, por si las moscas.

Lean y pregúntense qué sería el ejército republicano si, con la ineptitud de Franco y la posesión de todas las zonas industriales españolas, no fue capaz más que de retroceder y de rendirse. Que esa es otra: mal piropo para el Ejército Rojo el haber sido vencido por un aficionado.

Menorca, 1 de Mayo. Página 13 (este 13 lo explica todo)
Utiliza un lenguaje inteligible para el público no especializado

Cardona analiza la historia militar de la Guerra Civil

El historiador menorquín presentó en Barcelona su último libro, en el que asegura que Franco "jamás desarrolló una estrategia coherente" [Libro subvencionado, naturalmente]

EFE

Palma
El historiador menorquín Gabriel Cardona defiende en su último libro titulado "Historia militar de una guerra civil" y publicado por Flor de Viento, que la combinación de "errores, carencias y malas voluntades" llevó a los dos bandos que se enfrentaron en España entre 1936 y 1939 a una contienda "militarmente disparatada".

Presentado en Barcelona, Cardona, uno de los fundadores de la Unión Militar Democrática, se adentra en su obra en el "tema inhóspito", según su opinión, de la historia militar de la Guerra Civil española y en un lenguaje inteligible para el lector no especializado analiza tanto las estrategias del ejército de Franco como las de los republicanos.

Conclusiones
La pregunta principal que intenta desentrañar a lo largo de las páginas de este trabajo es si Francisco Franco fue o no "un gran genio militar".

De sus años de estudio, Cardona concluye que "nunca llegaremos a saber si Franco fue realmente un genio o no, pero en mi libro identifico nueve ocasiones en las que el general pudo ganar la guerra, pero tiró para otro lado y alargó la contienda".

En el mismo prólogo del libro, el también profesor de la Universidad de Barcelona, asegura que "Franco jamás desarrolló una estrategia coherente, sino que fue saltando de un objetivo a otro, y su estrategia a salto de mata dilató la finalización del conflicto, rehuyendo la conquista de los objetivos fundamentales".

Respecto del bando republicano, asevera que "la capacidad militar de la República fue destrozada por la enconada discusión de cómo derrotar al enemigo".

Ante este panorama, sostiene Gabriel Cardona que "considerada militarmente, la Guerra Civil fue un verdadero desastre, una inmensa chapuza por ambos bandos". •

El Rector Subgeneral Tuto