16.4.06

QUE SETENTA AÑOS NO ES NADA

Ampliando el comentario de ayer...
Carlos.



“Que 70 años no es nada”


En este Miércoles Santo pasado, en Cartagena, un individuo ha insultado a la imagen de San Juan mientras desfilaba precisamente por la calle de su nombre. Le gritaba, reiteradamente “¡¡Hijo de p....; hijo de p...!!. Tanto le gritaba, tanto le insultaba, que uno de los más jóvenes portapasos fue a él a puñetazos, con la algarabía consecuente.



En preocupante similitud en la Semana Santa de 1.936 no hubo procesiones en Cartagena. Tras la victoria electoral del Frente Popular, y un poco antes de pasar a quemar las iglesias y a profanar los santos, se suspendieron todos los desfiles y los actos públicos religiosos.



En vez de procesión, por la calle Mayor, pasó una manifestación al grito de ¡Viva Rusia y muera España!. En el bar Chiqui –desaparecido hace décadas- varios jóvenes –todavía vive alguno para corroborarlo- se opusieron violentamente a esa marcha y a esos gritos. Unos pocos meses después el más joven de ellos, Miguel Bruquetas Braquehais, de 17 años y estudiante de 1º de Medicina, fue asesinado. Aún, hoy, en el Puerto de la Cadena un monumento de estilizado ángel nos lo recuerda sin ira.



Hace muchos, muchos años, casi todos estábamos convencidos que aquello había sido superado; que rojos y azules convivían pidiendo perdón mutuamente por sus errores y maldades. Y que sus hijos, y los hijos de nuestros hijos podrían dirimir sus diferencias en ordenada concurrencia, sin violencia y sin odios.



Pero la paz, el comportamiento civilizado, la convivencia y la fraternidad no está reñida con la dignidad y con el honor. Nuestra sociedad actual, de tan tolerante y sumisa, ha consentido –y consiente- en su propia disgregación, (¡España está dejando de ser Una!), en el horrible crimen del aborto, que ya ha destruido “legalmente “ a 700.000 futuros españolitos, o en la explotación laboral de millones de jóvenes en una deshumanizada sociedad capitalista.



Y es que ¿quien ha dicho que la amabilidad sea la máxima norma de convivencia?. Cuando alguien ofende gravemente a tu madre, a tu padre, a tu Patria, a tu Dios o a tu Santo - y gritar reiteradamente "Hijo de p..." es evidentemente profundamente ofensivo- cabe la sumisión, el acobardamiento y poner la otra mejilla como hizo Nuestro Señor, que perdona siempre. Pero a los simples humanos Dios también nos exige pedirle perdón cuando le ofendemos, y nuestros pecados solo así son perdonados.



La violencia física es rechazable casi siempre, pero en el"casi" entran las grandes cuestiones de la dignidad y del honor.



Quizás estemos en una época en que la sumisión, el conformismo y la cobardía han pasado de ser un estigma a una virtud social. Pero ese joven portapaso del San Juan sintió que su sangre, sin contaminar aún, se rebelaba ante un terrible insulto, gritado, reiterado, al santo al que entrega su ilusión, su esfuerzo y sus lágrimas.



El arrojo de Miguel Bruquetas le costó, hace 70 años, lo máximo: la vida.



Recemos para que el que gratuitamente insultó gravemente al San Juan, y el portapasos que gallarda y excesivamente le defendió vuelvan a las vías de pacífica convivencia.



Pero con honor.


Carlos León Roch.