LA ANTIFIESTA SOCIALISTA

Se sabe, por observación y por declaración de parte, que el socialismo y sus compinches tienen fiestas muy sonadas, o sea, que hacen sonar mucho. El primero de mayo, sin ir más lejos. El catorce de abril. No, en cambio, el uno del mismo mes ventoso, antes conocido como Día de la Victoria, fecha nefasta hoy, bien guardada y silenciada.

La jornada más antifiesta del socialismo mesetario y sus alrededores es, sin duda, el 20 de Noviembre. La observación dice que, en las proximidades, desencadenan campañas por tierra, mar y aire con el fin de convencerse, a sí mismos, de que perdieron víctimas de un señorito, fascista y pistolero, y de un general desalmado que hacía la vista gorda.

Cualquier razonamiento no los convencerá de lo contrario. Ni fotos. Ni calaveras. Puesto que Franco no retrocedió en vida, le harán retroceder, cuando está inerme y mondo, del Valle de los Caídos. Ya han empezado a sacar muertos de allí. Los propios, dicen.

Pero este año las vísperas de la Gran Antifiesta casi no se notan. Y es fácil saber por qué: Porque desde que hicieron nuevo gobierno estos tíos se han estado portando como si al día siguiente fuera Veinte de Noviembre. Dicen algunos que esa combatividad contra uno o varios muertos, bien atendida por Garzón ahora, ha sido cortina de humo para disimular la cosa de la recesión, de la que dicen que sienta bien porque baja, de paso, la inflación. Acabarán midiéndola en patatas constantes, o algo así.

No es cierto. La capa todo lo tapa y la recesión también. No se quiere ver lo que está a la vista: Que unos cien mil pájaros, en total, contando a secretarios de concejal, bien clavados en la administración, se la tienen jurada a una época, a una historia y a lo que se ponga por el medio. Porque los socialistas, por tradición y genes, reviven un problema hasta que parece permanene: desorbitan. Los ojos, los hechos, los odios, el sectarismo y el fanatismo de origen. 

Desorbitar es sacar de la órbita y en eso son buenos: medio sacaron de ella al mundo en el Siglo XX. Ya en retroceso, estos no se quedan sin desorbitar España y su historia. Como dijo Nerón en una película, ni la historia estará segura de si hubo o no cristianos. Pero a los de aquí no les harán falta leones, porque perros hay para roer los huesos. No se puede olvidar que han politizado hasta a Jesucristo y han despolitizado a Paulino Iglesias, que ha ascendido a santón.

Todo el tiempo ha sido 19 de Noviembre para las hordas zapateras, y digo horda por no decir "órdiga." Fuera de órbita desde hace casi doscientos años, han impuesto una forma de razonar y convencer que, seguramente, mutila los cromosomas. Al menos, hace chorrear mala baba.

Si ahora mismo, con motivo de la fecha próxima, algún elemento desafecto dijera que los nacionales ganaron la guerra porque tenían la razón, esto acabaría con despellejamiento de los juicios de Dios, y las ordalías que, afortunadamente, no creo que sepan qué fueron ni Zapatero ni Blanco. Lo repito: "Porque tenían razón."

Claro que las guerras, suerte o desgracia, no las gana el tener razón sino el ser mejores, que es otra cosa: inteligencia, la necesidad de justicia, la organización, la llamada "fe ciega en la victoria," la acometividad y otros asuntos que se pueden estudiar mirando hacia la catástrofe que fue el Ejército Rojo, que ellos mismos bautizaron así y ahora les avergüenza aún teniéndolo en el armario.

Hágase la cuenta de que eso mismo lo dicen los socialistas: que perdieron porque tenian la razón." Nadie se lo echa en cara, porque es actividad de riesgo cierto. Lo dicen a todas horas y nadie se atreve a contestar que nada legitima la venganza desde el Estado, decidido a portarse como el Psoe del 36, pero aprovechando los muertos propios y ajenos.

Perdieron porque tenían razón. No fallan una. Y si hubieran ganado, también sería por llevar la razón. Siempre la tienen porque, al contrario de la gente seria, la razón también la fabrican ellos. Así están las cosas de desorbitadas. Así están las cosas de descoyuntadas.

Arturo ROBSY